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Dagoberto Moll: «Cuando vine al Deportivo no sabía ni dónde estaba La Coruña»

Antonio Llamas. Dagoberto Moll debe de ser uno de los ex jugadores más veteranos del Deportivo a los que se puede ver pasear por las calles de La Coruña. Nacido en 1928, se conserva excelentemente y tiene una salud de hierro. Hace más de 60 años de su llegada a esta ciudad, en la que se halla plenamente asentado.

Los que lo vieron jugar decían de él que era “un jugador de gran calidad, no exento de fuelle”. Miembro de la mítica “Orquesta Canaro”, pisó por primera vez la ciudad herculina en 1949. 

 -La Coruña es una ciudad que me gusta –nos dice a modo de presentación-. Por si fuera poco, me casé con una mujer coruñesa y todos mis hijos nacieron en esta ciudad. Y también mis nietos. Los únicos que rompieron la racha fueron los bisnietos, que nacieron en Madrid.

-¿Cómo y por qué llegó a La Coruña?

-Llegué muy joven, con 22 años. La historia nació en Montevideo, cuando un día me levanto, compro el periódico y leo: “Moll, al Deportivo”. Yo no sabía nada, ni quién era el Deportivo ni dónde estaba La Coruña. Me suponía que en Europa, pero nada más.

-Entonces empieza a indagar…

-Yo jugaba en el Miramar Misiones, desde los 15 años. El presidente del club me dice que se interesa por mí un club de España, nada más. Entonces hablé con el periodista Ulises Badano y él me cuenta más detalles. Badano era muy amigo de Scopelli, que entonces entrenaba al Deportivo, y por ahí ya encontré la explicación.

-¿Qué le dijo de usted?

-Le contó mis características y me recomendó fervientemente. Por otro lado, se dio la casualidad que por el bar donde jugaba a la “bocha” aparecieron unos señores de La Coruña, que me dijeron que venía a un sitio bárbaro, donde las señoras podían entrar solas en los bares, donde podían beber copitas de vino… En fin, Sodoma y Gomorra.

-Había sido internacional recientemente…

-Sí, habíamos realizado una gira por Brasil y jugamos en Río de Janeiro, Belo Horizonte, Sao Paulo. Antes, yo sólo había jugado con Uruguay en Chile.

-¿Cuánto costó su traspaso al Deportivo?

-Unos 15.000 dólares, una auténtica fortuna en Uruguay. Pero yo de ahí no vi ni un duro, fue un arreglo entre clubes.

-¿Cómo fue el viaje?

-Sí, porque me llevaron a comer a “La Casilla”. Estuve hablando con el presidente, Daniel Chaver, una persona extraordinaria, de la que guardo un gran recuerdo.

-¿Cómo recuerda los primeros pasos?

-Lo pasé mal, nunca había entrenado tan fuerte. En Uruguay sólo entrenábamos dos días a la semana y aquí lo hacíamos todos. Aquí se jugaba más rápido, predominaba el físico sobre la técnica y yo no veía la pelota. Me costó muchos partidos adaptarme. Incluso fui denostado.

-¿Cuándo se produjo la consagración?

-Contra la Real Sociedad. Scopelli me llamó y me dijo: “¿Vos no sabés driblar?”. Le contesté que era lo mejor que sabía hacer. Y me contestó: “En este partido sólo va a driblar, a driblar, a todos los que pueda, para así coger confianza”. Y así fue como me adueñé de la situación.

Moll tiene un recuerdo para Acuña:

-Fue un portero extraordinario, no valorado como se merecía.

-¿De dónde viene la denominación de “Orquesta Canaro”?

-Lo puso Ponte Patiño, un conocido periodista, por lo afinado que estaba el equipo. Ya no queda ninguno en vida, sólo el que habla. El último que murió fue Corcuera, hace dos o tres años. Éramos: Corcuera, Osvaldo, Franco, Moll y Tino. Pero la verdadera “orquesta” éramos todos. Sería injusto olvidar a gente como Acuña, Ponte, Botana (un jugador al que nunca le vi hacer un mal partido)…

-A propósito, todavía se recuerda una jugada suya en Riazor, digna de un crack…

-Me imagino que se referirá un partido contra el Sevilla, en el que hice tres sombreros con el pie y uno con el pecho. Vi venir de reojo a Campanal y chuté al larguero, pero no entró. La gente estuvo un buen rato mostrando pañuelos como señal de agrado por la jugada.

-Y se marchó al Barcelona…

-Ya pude ir dos o tres veces antes, pero me retuvieron. Allí empezaron mal las cosas para mí, estuve dos meses jugando solamente amistosos. Cuando empecé a jugar la Liga, recuperé mi juego normal y fui el de siempre. Creo, modestamente, que fui indiscutible en mi puesto en el Barcelona de aquel entonces. Desgraciadamente, no conseguí títulos y encima me lesioné, y se me vino el mundo encima. Tras la recuperación estuve cedido un año en el Condal, donde coincidí con Olivella, Fusté y Gracia.

-Incluso jugó con la selección catalana…

-Eso lo sabe poca gente. Formamos el ataque Basora, Villaverde, Di Stéfano, Kubala y yo. 

Después…

-Del Condal marché al Español, con el que jugué la final de Copa. Fallé dos goles claros, que nos hubieran dado el título.

-Tampoco se recuerda que usted pasó por el Celta…

-Yo soy deportivista, no celtista, a pesar de haber jugado en el Celta. Incluso quedamos cuartos en Liga, creo recordar.

-Ya no estaba lejos la retirada…

-Desgraciadamente, no. Pero me llamó César, con el que había jugado en el Barcelona, para reforzar al Elche. Me daban una buena cantidad, que me compensaba lo que había perdido en Vigo. Y ahí me retiré.

-Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo ve el fútbol actual, mejor o peor que el anterior?

-Ahora, entre Real Madrid y Barcelona y el resto hay un abismo. Antes, todos los equipos tenían gente de calidad y cualquiera podía ganar a cualquiera. Antes no se cuidaban detalles que ahora sí, como la preparación personalizada, dietas individuales, al menú le sacan la carne. Antes comías lo que te daban.

-Otra cosa distinta serían los viajes…

-Bueno… Antes, para un desplazamiento un poco lejano empleabas 48 horas de ida y 48 de vuelta, con lo cual estabas cuatro días sin entrenar. Y había que jugar como fuera, aunque el campo estuviese embarrado o encharcado porque no podías volver si se aplazaba el partido. Y los autocares. Gente alta como Ponte o Acuña sufrían en los asientos porque no podían estirar los pies. Los balones, las medias, la ropa… No había dinero para cambiarla.

-Usted ha visto en vivo a Pelé, Di Stéfano y Maradona. ¿Por cuál se decanta?

-Los jugadores tienen su época y es muy difícil compararlos. Para mí, Pelé fue un “monstruo”. Si tuviera que decantarme por alguien, lo haría por él. Di Stéfano no tenía tanta técnica, pero era un depredador: si marcaba un gol, quería dos, era insaciable. Maradona también fue un gran jugador, que acariciaba la pelota.

-Usted también fue entrenador. ¿Qué tal?

-Yo era un mal entrenador. Estuve en el Torrelavega y el Tenerife, y pasé muchos años en México.

-¿Ha vuelto a Uruguay?

 Sí, en varias ocasiones. Voy con mi hermanos y mis amigos. Pero paso allí ocho o diez días y ya estoy deseando volver. Eso no quiere decir que no sienta cariño por aquello, al fin y al cabo fue el sitio que me vio nacer. Pero ya estoy más hecho a la vida de acá.

-¿Es recordado en Uruguay?

-No, no soy muy reconocido. Tan sólo algunos compañeros y jugadores de mi época.

-Actualmente, ¿va a Riazor?

-No siempre, pero a veces voy, no importa el rival. Y aprovecho para enviarles a los “Riazor Blues” un cariño, ellos sí que sienten los colores.

La entrevista, que salió pulicada en DXT Campeón el pasado 6 de marzo de 2011, ha sido realizada por el periodista Antonio Llamas.


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